Lo que puede expresar durante los pocos minutos de catarsis que se permite es sintético y lo reduce a solo una palabra: temor.
El temor lo expresa en las líneas cuidadosas que redacta. Cada una muy meditada antes de ser plasmada y con suma cautela de no decir más de lo que realmente desea.
Lo que usualmente hace es retener todo aquello que resulta perturbador para la armonía de su self. Lo que se permite obviar es que ese paraíso artificial tiene un trasfondo desequilibrado y destructivo. Lo sabe, pero no busca tenerlo en mente a diario. Es un auto engaño.
Lo terrible es que funciona, para una parte de sí.
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