jueves, febrero 18, 2010

Medianoche


Desperté con los aretes puestos, el cabello suelto y salvaje y 20 soles yaciendo olvidados en el parcket, es una esquina de la habitación. Si no hubiera sido por todo lo anterior, sumado a la mirada inquisidora de la chiquilla de labios rojos rojísimos que fijaba los ojos en mí al otro lado del espejo, esto se habría confundido fácilmente con un sueño.

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