Compartimos el cigarro que compré y observamos el horizonte. Me gustaba sentir cómo ibamos muriendo, de a poquitos como siempre, un tanto a causa del cigarro y otro en manos del pavor que nos iba carcomiendo. Finalmente lo escupiste, ya era hora tonto. Te ibas! Te largabas! Efectivamente, esta ciudad de mierda no era suficiente para ti, no, claro que no.
No te vi nunca en el verano ni tuve una sola noticia tuya. Pero solo esperaba, como esa tarde, con pavor anhelante, el que esa isla te haga todo el bien que aquí nunca encontraste.
Me gusta como escribís!!
ResponderEliminarTe invito a el blog en donde escribo, o al menos lo intento.
www.monologosalviento.blogspot.com
Saludos!!
Ah bueno gracias. Me daré una vuelta por ahí :)
ResponderEliminarSaludos,