"Por eso Alma Rossi no pudo dejar el arma: porque si bien me amaba, más se amaba a sí misma, y la imagen que tenía de sí misma era la de una mujer que no necesitaba de nadie, que se bastaba para ser feliz, que no me necesita a mí, un bastardo escritor de las pelotas, para darle sentido a su vida, que ella sola podía, sin Mario y sin mí, seguir adelante y seguir pintando y sobrevivir con las agallas con las que había sobrevivido al suicidio de su padre y a la muerte no exactamente accidental de su madre. Por eso, por puro orgullo vicioso, Alma Rossi dijo:
- Muere, perro de mierda."
Jaime Bayly.
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