El cruzar miradas en el caso nuestro implica una victoria suya que se suma al cúmulo de pequeñas "otras victorias" probablemente del mismo tipo que adquirió conmigo. Una más, porque esquivo su mirada e intento no ver el rostro que alguna vez besé y los cabellos que tuve entre mis dedos. Porque es ajeno por completo a la búsqueda del bienestar mutuo lo que nos ha movido.
Por esa madrugada sacamos a las criaturas esclavas de pasiones que viven en una ilusión de libertad. Como si esos actos implicaran libertad. Fue el deseo propio, individual y egoísta, sin espacio para medias tintas. Es por eso que rehuyo su mirada y me río con más fuerza cuando veo que se acerca. Es, de forma ambivalente, mi manera de expresar un "no me afecta".
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