jueves, marzo 04, 2010

Watermark


Cuando tenía 16 años conocí a Alberto, el 'actor', solía llevar el cabello fínisimo, alborotadísimo y castañísimo, los jeans sucios y sueltos y un walkman en el bolsillo izquierdo pegado con trozos de cinta scotch gastada.

Meses después de habernos conocido, Alberto quizo hacerme un regalo, además de los poemas que escribía de cuando en cuando. Me trajo un disco de Enya. Escuchar Enya me trae un sabor a nostalgia a la boca. Me eriza la piel al recordar el clima de verano con brizitas por las tardes. Me recuerda a mí misma, igual, pero con más libertades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario