martes, febrero 09, 2010


Es curioso cómo derepente ciertas situaciones se vuelcan sobre uno mismo sin necesariamente desearlo así. Hoy pasé la tarde con mi papá, [suspiro] cuánto extrañaba nuestras conversaciones y caminatas, nuestras historias a medio contar y los chistes tontos acerca de nuestros gustos. Últimamente me falta mucho de eso.

He oído el 'siempre estaré a tu lado' de tantas voces diferentes que, en verdad, una más no hace la diferencia, es más, desperdicia segundos valiosos ocupando mi memoria a corto plazo. Pero si algo bueno de esto se debe rescatar, como decía mi mamá 'positivo después de negativo, el sabor amargo se va con un buen cumplido', esto me mostró cómo volverme inmune a los adverbios de temporalidad absoluta: no creo en los siempres ni en los nuncas, pero tampoco en términos medios, igual: maldita indiferencia.

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