lunes, enero 25, 2010

Nadine vs. Enrique


'De más está decir que terminé pegando papelitos con Enrique. Era una tarea que requería bastante pericia, porque él había decidido que cada hojita debía quedar montada sobre la otra, un centímetro exactamente. En realidad era un trabajo aburridísimo, pero entre eso y mi novela no me resultó nada difícil elegir. Además, así podía hablar tranquilamente con Enrique, mientras Nadine estaba en la Facultad, y averiguar cómo se las estaba arreglando para irla decepcionando sin llegarla a herir. Me enteré que había optado por una suave decepción permanente y duradera, algo que casi no se notara, que fuera poco a poco, un trabajo tan paciente como el de andar pegando hojitas chiquititas. Simplemente algún día Nadine se iba a encontrar con que la mano que tanto le gustaba estrechar por calles y plazas era una mano sin voluntad, casi inerte, un peso blando y muerto que de pronto iba a empezar a causarle cierta repulsión, algo que ni besos ni orgasmos lograban ya desaparecer. Y entonces, un buen día, con cualquier pretexto, lo iba a largar de su cuarto. Enrique abandonaría la habitación sonriente, sereno, inexplicable. Nadine tomaría eso como una prueba más del cinismo que su ceguera le había impedido descubrir hasta entonces, y así, de esta manera, su odio sería también permanente y duradero, permitiéndole al mismo tiempo echarle el ojo a algún compañero de estudios, porque al lado de Enrique quién no saldría ganando con la comparación.'

Alfredo Bryce Echenique

1 comentario:

  1. Buen texto de Bryce. Espero nos leamos ah, y un consejito, a ver si agrandas algo la letra que ando medio ciego :)

    Saluditos...

    ResponderEliminar