lunes, noviembre 09, 2009


Nunca hubiera deseado abandonar la hermosura de sus sentimientos a pesar de la enorme deuda de afectos hacia su persona. Se sentía tan bien amar al mundo en tal magnitud, el sorprenderse con el día a día y el revalorizar toda aquella sensación proveniente del exterior y por qué no? del interior. La textura de las hojas, la risa de su madre, el olor de su cabello, el sabor de las tostadas y el café. Amaba lo que sentía y amaba a quien le hacía sentir.

Es increible la cantidad de oportunidades de regalar una sonrisa a partir de los infinitos detalles que el mundo nos ofrece, estamos tan acostumbrados a vivir que nos olvidamos de cómo disfrutar nuestra cotidianeidad. Todo es motivo de alegría, TODO, y es posible encontrarla aún en los momentos más duros y de la forma menos esperada.

Puedo amar y esto es suficiente como para sentir gratitud hacia la vida.


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